En esta entrada estaré haciendo una colaboración en el Blog de Eliana Berroteran “Trabajando en Seguridad Funcional” para discutir sobre un punto que realmente nos parece de suma importancia cuando hablamos de trabajar el día a día de la seguridad funcional.
En el contexto de la seguridad funcional, verificar significa que debemos “demostrar mediante revisión, análisis y/o prueba que los productos requeridos satisfacen los requisitos definidos para las fases que han sido planificadas.”
Esto es, que cada tarea realizada, dentro del marco del ciclo de vida de los Sistemas Instrumentados de Seguridad, debe estar sujeta a un control de calidad respecto a los requisitos de la normativa, en nuestro caso la IEC 61511:2016 o ISA:61511:2018.
Muchas veces, las personas y las organizaciones pierden de vista este pilar básico de la gestión de la seguridad funcional; imagínense ¿cómo saber si se está cumpliendo con los requisitos de la norma si no contrastamos el trabajo con lo que ella exige?
La normativa es clara al hacer énfasis en 2 cosas: a) que la organización posea un Sistema de Gestión de la Seguridad Funcional que asegure que el trabajo se realiza de forma adecuada y según la normativa; y, b) que el personal asignado sea competente.
Colocar personas competentes a realizar el trabajo muchas veces apenas alcanza para cumplir con los principales aspectos técnicos del trabajo. El éxito sólo puede ser alcanzado a través de un Sistema de Gestión de Seguridad Funcional que, primero, vele porque el personal
asignado para realizar el trabajo sea competente y, segundo, que el trabajo esté realizado de conformidad con la norma, asegurando la ejecución de tareas claves como la verificación.
Muchas veces cuando consultamos a nuestros clientes sobre los aspectos relacionados a la verificación, nos podemos dar cuenta que no existe una cultura arraigada de la realización de estas tareas; las mismas no se planifican porque ni siquiera están en las listas de tareas por hacer, contratar o supervisar, simplemente no existen. Esto se debe, por lo general, a que no poseen un Sistema de Gestión de Seguridad Funcional y, por ende, no han hecho de la verificación una parte natural de su cultura de trabajo, a pesar de ser un requisito primordial para el aseguramiento de la seguridad funcional.
A veces sólo preguntamos: ¿Cómo se pudo avanzar en una fase del ciclo de vida de seguridad si la anterior no ha sido verificada? Y la respuesta es una encogida de hombros. Esto deja la brecha que necesitan las fallas sistemáticas para colarse y hacer que el SIS falle, justo lo que la normativa, a través del ciclo de vida de seguridad, como forma de trabajo, está tratando de evitar.
Otras veces, si preguntamos por la verificación, recibimos como respuesta: “ah claro el estudio de verificación del SIL se realizó con éxito”, haciendo referencia a la cuantificación de la falla aleatoria del hardware del SIS, que si bien es importante y es uno de los ítems que se debe cumplir en la fase de diseño, pues no es la verificación a la cual estamos haciendo referencia.
En la práctica, realizar una verificación significa que, al planificar una tarea específica dentro del ciclo de vida de la seguridad funcional, (por ejemplo, la realización de un Análisis de Peligros y Riesgos (PHA), digamos un Hazop), pues todos -sí, todos sin excepción- los requisitos de la normativa para la realización de la cláusula (Process H&RA) deben ser cumplidos. Debe existir una tarea separada que se encargue de velar por revisión, análisis y/o prueba que efectivamente el trabajo fue realizado en forma correcta, respecto a los requisitos de esa cláusula.
Invitamos a nuestros lectores a hacerse estas preguntas: ¿nuestro sistema de gestión de la seguridad funcional está funcionando adecuadamente?, ¿estamos contemplando las verificaciones en nuestros proyectos?, ¿se están realizando las verificaciones en los proyectos
que estamos manejando?
PONGA A PRUEBA SUS CONOCIMEINTOS.
Preguntas de esta entrada: